Andrés Prado es Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad de Málaga, desde 2008 dirige el área de Tecnología y Comunicaciones de la Universidad de Castilla – La Mancha (UCLM), donde también participa en el Máster en Ingeniería Informática como profesor asociado impartiendo la asignatura “Innovación y Transformación Digital”. Forma parte del equipo editorial de la revista RUIDERAe y ha publicado varios artículos relacionados con el uso de las TIC en la educación superior. Además, ha participado en una gran cantidad de eventos de carácter tecnológico y es ponente habitual en las jornadas de la sectorial TIC de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) en la que tiene asignada la dirección del grupo de trabajo “Plan Director y Acciones Estratégicas”.
La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) tiene unos 30.000 alumnos y más de 2.000 profesores, repartidos en cuatro campus (Albacete, Cuenca, Toledo y Ciudad Real) y dos centros asociados (Talavera y Almadén) ¿Qué retos TIC plantea esta dispersión geográfica?
Como bien comentas, somos una universidad de carácter regional y con una dispersión geográfica muy importante, no solo por el número de campus, sino por también por las distancias existentes entre ellos. Desde sus inicios las TIC se han convertido en un eje vertebrador de la actividad académica, facilitando las misiones de docencia, investigación y transferencia encomendadas a la institución y consolidando una gestión muy marcada por la presencia de la tecnología.
¿Qué importancia tienen los servicios de RedIRIS, y en particular la conectividad, para dar respuesta a las necesidades TIC de la UCLM?
Como te comentaba antes, las TIC son un eje vertebrador en la institución, siendo la conectividad la espina dorsal de este eje. Desde sus inicios, “la red” ha sido siempre uno de los términos más utilizados entre la comunidad universitaria, mostrando el elevado nivel de exigencia demandado sobre su disponibilidad y capacidad. De hecho, mi vinculación profesional con la universidad comienza de forma muy vinculada al desarrollo de la red de comunicaciones, con satisfacciones y sinsabores de una época marcada por un buen número de anécdotas fruto de una situación que afortunadamente ha ido evolucionando y madurando con el tiempo.
Hemos considerado a RedIRIS siempre como algo más allá de un prestador de servicio con unas garantías de disponibilidad, capacidad y un excelente capital humano, capacitado y sensible a las realidades de las universidades. RedIRIS nos ha facilitado todos estos años también el empuje necesario para evolucionar servicios críticos para nosotros, incluido el de la conectividad. En ese sentido, creo que debemos destacar el hito que supuso para nosotros integrar nuestra conectividad troncal en la propia RedIRIS-NOVA al albergar nodos de presencia en nuestros campus universitarios. Una simbiosis perfecta y, para mí, un ejemplo del uso eficiente de recursos públicos.
Una de las principales tendencias del sector TIC es la migración a la nube ¿Cuál es tu visión sobre ese tema?
Llevamos hablando de nube o cloud mucho tiempo, y ha sido motivo de discusión en jornadas y los foros de debate que habilita RedIRIS. No hablaría ya, en cualquier caso, de una tendencia, sino de una realidad. En mi visión particular, he defendido siempre que se convertiría es un elemento clave para la arquitectura tecnológica de la universidad. El término disruptivo está demasiado utilizado, pero creo que aplica claramente en el caso de la adopción de cloud. En este concepto no solo se integra la migración de infraestructuras tradicionales a entornos explotados en modo servicio, sino que afectan también al modelo de desarrollo de aplicaciones propias, al modo de uso de aplicaciones y servicios de terceros, a la orquestación de infraestructuras y servicios, a su modelo de financiación y a la capacitación de los profesionales que somos responsables de los servicios digitales en las instituciones.
En nuestro caso, venimos dado pasos poco a poco en un proyecto de migración a entornos cloud que yo veo más como un proceso que como un proyecto en sí mismo, por su carácter transformador. Iniciamos esta andadura con la decisión de ofrecer a nuestros estudiantes un servicio de correo electrónico que en calidad, disponibilidad y capacidad pudiera ser equiparable a los servicios que ellos ya venían usando. Fuimos la primera universidad pública en firmar un acuerdo con un proveedor comercial de correo electrónico. Suelo comentar que el proyecto tardó casi dos años en pulir los aspectos jurídicos y tres meses en su implantación técnica. Afortunadamente el nivel actual de madurez de estos servicios es diferente y el contexto legal también ha evolucionado, posiblemente no de manera definitiva pero sí contemplando ya la realidad del cloud.
Quizá el segundo hito que marca el devenir de nuestra andadura en los entornos cloud es la decisión de no crear una infraestructura de respaldo basado en un nuevo CPD. Identificamos el entorno cloud como una solución para esta necesidad, que a la larga podría convertirse realmente en nuestra infraestructura primaria. A día de hoy, plataformas tan críticas como los entornos de campus virtual, los de correo y colaboración, la plataforma de gestión académica y de Recursos Humanos así como un buen número de desarrollos propios se encuentran ya en producción sobre cloud pública.
A más largo plazo, creo que debemos adquirir capacitación en el uso de este nuevo entorno y comenzar a desplegar una estrategia multi-cloud, que pueda dar cabida a las soluciones más adecuadas y eficientes para cada entorno. Eso nos permitirá además minimizar, en la medida de lo posible, el riesgo del “vendor lock-in”. Para ello, como te decía, es importante ir adquiriendo experiencia en estos entornos y comenzar a trabajar sobre tecnologías que nos permitan orquestar entornos multicloud, que puedan combinar soluciones comerciales, entornos de cloud privada o incluso soluciones deseables de entornos cloud compartidos entre universidades o entornos de administración pública.
La COVID-19 ha forzado un gran cambio en la forma de trabajar de las universidades, en la que las TIC han pasado a desempeñar un papel más importante si cabe. ¿Cómo ha sido vuestra experiencia?
Impactante, como en todos los casos.
En línea con lo comentado anteriormente, creo que este año puede marcarse como un tercer hito en nuestro proceso de evolución hacia el cloud. No tengo ninguna duda sobre la capacidad de reacción que nos ha permitido haber adoptado ya los entornos cloud dentro de la arquitectura tecnológica de la universidad. Solo a modo de ejemplo, fuimos capaces de escalar la arquitectura que soportaba nuestro campus virtual para absorber de ese viernes a ese lunes que todos recordamos el triple de la carga habitual.
Pero no todo ha sido cloud. Creo que la compleja situación que vivimos puso de manifiesto el impacto en la institución de las decisiones que en materia tecnológica habíamos venido adoptando desde hace años. Nuestros docentes, investigadores y personal de administración pudieron continuar trabajando porque la movilidad ha sido uno de los criterios estratégicos que venimos adoptando: Nuestra comunidad universitaria dispone de ordenadores portátiles como elemento base de su puesto de trabajo; el servicio de comunicaciones unificadas desplegado sobre ellos también desde hace tiempo ha facilitado la continuidad de la comunicación telefónica; el uso de entornos de colaboración ha permitido no solo apoyar a la docencia en línea sino también en muy alto grado a nuestros grupos de investigación; la disponibilidad de una plataforma de administración electrónica consolidada permitió la continuidad de tramites internos y externos... Todos ellos realmente son ejemplos de iniciativas impulsadas desde TIC durante mucho tiempo que han demostrado su vital importancia estos meses.
Es muy importante reconocer también la labor de todos los profesionales TIC de las universidades españolas, que han trabajado en “modo héroe” durante estos meses, aportando conocimiento y esfuerzo para facilitar la situación. Se trata de un colectivo que merece un reconocimiento público muy especial, porque en muchos casos su visibilidad ha sido limitada. En nuestro caso, todo el equipo que conforma el área TIC de la UCLM se ha volcado estos meses en el soporte a servicios nuevos y existentes, apoyando a docentes, investigadores y compañeros de otros servicios de gestión universitaria. Hemos aportado a la institución no solo nuevas herramientas sino también un plan de capacitación urgente con muy alta implicación de nuestros técnicos de soporte.
Como mencionabas en mi presentación, llevo ya más de una década al frente del área TIC en la universidad y debo reconocer que nunca había percibido como en estos meses el impacto de nuestro trabajo en la actividad de la institución. Nunca habíamos recibido como colectivo tantas palabras de agradecimiento por nuestra labor. Creo que la comunidad universitaria ha valorado nuestra dedicación de un modo incluso abrumador en algunos casos.
No obstante, como contrapunto a lo anterior, creo que la situación nos debe hacer reflexionar a las instituciones sorbe la importancia estratégica de lo “digital” y, por tanto, de sus servicios, sus infraestructuras y su capital humano. El trabajo en “modo héroe” no es sostenible.
RedIRIS ha organizado en Castilla-La Mancha, con vuestra valiosa colaboración, eventos como las Jornadas Técnicas, foro de seguridad, o, en 2018, los Grupos de Trabajo en Ciudad Real. ¿Cómo valoráis vuestra experiencia con ese tipo de foros? ¿Cómo ves su evolución en estos tiempos de pandemia?
Hemos entendido siempre que la colaboración aporta valor en nuestro entorno y considero a RedRIIS muy responsable de esta consideración. La cultura de colaboración forma parte intrínseca de RedIRIS y estos foros son su vertiente más visible. Concebir la comunidad tecnológica y científica de usuarios como un agente que aporta valor al sistema me parece uno de los logros más significativos a atribuir a RedIRIS. En ese sentido, hemos tratado siempre de aportar experiencias, conocimiento o visión desde la UCLM y somos muchos los que hemos participado en jornadas, grupos o foros.
Tengo muy buen recuerdo de los grupos de trabajo de 2018 que celebramos en Ciudad Real, no solo por el habitual entorno abierto y colaborativo de los grupos, sino también por el contenido de algunas de las mesas, como la que ya entonces dedicamos al tema de Open Science que tan candente se encuentra en estos momentos. En cualquier caso, recuerdo participar en la inauguración con unas palabras que reitero en esta ocasión: el valor de la pasión por nuestra actividad es el que nos ha llevado hasta aquí, debemos mantenerla.
La cooperación de las universidades en el ámbito TIC es cada vez más intensa. Tú desempeñas un papel muy relevante en ese ámbito, a través de tu presencia en el Comité Ejecutivo de la CRUE-TIC, y como coordinador del Grupo de Trabajo sobre Plan Director y Acciones Estratégicas ¿Qué valoración haces del estado de esa colaboración interuniversitaria?
Fundamental. Y quizá más si cabe en este periodo que estamos pasando. Además de las iniciativas que todas las universidades tuvimos que adoptar, tuve oportunidad de participar en iniciativas lideradas por Crue-TIC, donde se puso de manifiesto el valor del trabajo conjunto, agregado y colaborativo.
Debo reconocer también que en el seno de Crue-TIC en estos momentos representamos a nuestras universidades muchos profesionales que hemos participado y participamos en los diferentes foros de RedIRIS, llevando con nosotros no solo una cultura de colaboración sino también unas relaciones personales que facilitan esa actividad conjunta.
Desde hace unas semanas, mi rol en la sectorial ha cambiado y dentro del Comité Ejecutivo de Crue TIC represento al grupo de trabajo “Dirección TI”, integrado por todos los directores TIC de las universidades españolas. Es un privilegio contar con el respaldo de mis compañeros y una responsabilidad dar continuidad al espléndido trabajo realizado por Juan Camarillo, cuya ingente labor, impagable dedicación y calidad humana ha convertido a este grupo de trabajo en verdadero motor de actividades y resultados de la sectorial. El catálogo de servicios TIC universitarios, la formación de experto en la dirección de servicios TIC universitarios, la serie de publicaciones TIC360 o la iniciativa de la red Blue (Blockchain Universidades Españolas) son solo algunos resultados de su labor a los que esperamos dar continuidad desde el grupo de trabajo.
Desde las Áreas TIC de las universidades no solo se da apoyo a la docencia, sino también a la investigación. Se está impulsando un cambio de paradigma, hacia la e-ciencia abierta en la nube. ¿Cuáles son los principales retos que ves en ese entorno?
Sí, éste es un tema interesante que merece también una reflexión. Recuerdo que en la sesión que desde Crue-TIC organizamos en los Grupos de Trabajo celebrados en Córdoba ya pusimos sobre la mesa la necesidad de reflexionar sobre el apoyo a la investigación que realmente aportamos desde las universidades y la necesidad de hacerlo crecer y evolucionar. A esta reflexión, que considero no hemos sido capaces de llevarla a la fase de conclusiones, debemos añadir el componente que comentas: la Ciencia Abierta, impulsada de forma decidida desde la UE. Y cuando digo decidida, como decía uno de mis antiguos rectores, me refiero a explícitamente presupuestada.
Deberíamos adoptar un pensamiento de crítica constructiva y no cometer de nuevo errores anteriores en el planteamiento de implementación real del concepto de Ciencia Abierta. El verdadero referente tanto conceptual como operativo debe ser la European Open Science Cloud (EOSC), una infraestructura compartida basada en la federación de servicios. Se trata de una iniciativa a la que no solo adherirse de forma decidida, sino que debería marcar el despliegue de infraestructuras para la investigación a nivel nacional en los próximos años.
Como director TIC de tu universidad, y en tu labor como docente y como miembro de la CRUE-TIC, das mucha relevancia a la estrategia TIC. ¿Cómo fue tu colaboración en la elaboración de la Estrategia 2020 de RedIRIS? ¿Cuáles son las principales tendencias que identificas en este sector TIC, tan cambiante, y cómo crees que pueden influir en vuestra actividad?
Pues sí, en los últimos años he estado muy ligado a entornos vinculados a la estrategia. Sin embargo, difiero en el concepto “estrategia TIC” o, dicho de otro modo, considero que el nivel de impacto en la institución ha de ser mucho mayor. Suelo comentar con mis estudiantes que la frase “alinear las TIC con el negocio” no solo está ya demasiado utilizada, sino que ya no la comparto. Lo digital no debe estructurarse en una “estrategia digital” sino que la “estrategia institucional” debe ser ya intrínsecamente digital. En las organizaciones actuales y, por supuesto, también en las universidades la estrategia será digital ya o no será estrategia.
En el seno de la sectorial TIC hemos trabajado estos años bajo el paraguas de un Plan Director que viene a ser una herramienta de ayuda al desarrollo de la estrategia de Crue a través de su sectorial TIC. Este plan finaliza en diciembre de este año y tenemos como reto plantear su renovación en los próximos meses. En su elaboración, que me tocó coordinar, influyó decididamente la relación con RedIRIS y la experiencia en la participación de su Estrategia 2020. Muchos de los retos son compartidos y creo que mantener la colaboración a todos los niveles entre RedIRIS y Crue, incluido muy especialmente el estratégico, es vital.
Respecto a las tendencias, creo que a lo largo de la entrevista ya hemos identificado bastantes elementos clave como el desarrollo decidido de entornos cloud, el concepto de movilidad que incluye claramente el teletrabajo, la irrupción de nuevas tecnologías que cada vez llegan con más facilidad de ser explotadas por las organizaciones como IA, Blockchain o algo que en las administraciones escucharemos con más frecuencia como RPA y, sobre todo para un entorno académico y científico como el nuestro, el paradigma de OpenScience.
Dicho todo lo anterior, me gustaría destacar un reto enorme y fundamental: las personas. Creo que estamos viviendo unos cambios de unas dimensiones tales que será necesario, primero, que se visualice el papel esencial que desarrolla este colectivo de profesionales TIC en nuestras instituciones; segundo, que las estructuras se adapten a estos nuevos entornos tanto tecnológicos como sociales que estamos ya viviendo y, tercero, que facilitemos el cambio cultural y la capacitación necesaria para que todos los que nos encontramos detrás de estos servicios e infraestructuras entendamos que nuestro papel, nuestra actividad tradicional y, también, nuestra responsabilidad está cambiando.
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